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¡Pobre pasajero! Secretamente lo convierten en “terrorista”

 

Hace tres semanas, Stefan Gonda, un electricista de 49 años, regresó a Irlanda (donde reside) luego de unas vacaciones de Navidad en Eslovaquia. Poco después fue detenido por el ejército irlandés y acusado de transportar explosivos a bordo de un avión. Pero no fue Gonda quien colocó los explosivos en su maleta.

Según la noticia, un policía de Eslovaquia deslizó casi 100 gramos de explosivos plásticos en el equipaje de Gonda antes de que el viajero subiese al avión en el aeropuerto de Bratislava y sin que Gonda lo supiese.

Aparentemente se trató de un ejercicio de entrenamiento para que un perro detectase la presencia de los explosivos. Pero el oficial a cargo del ejercicio “se distrajo” (dice la noticia) y “se olvidó” de retirar el explosivo.

Para colmo, a las autoridades eslovacas no se les ocurrió nada mejor que enviar un fax (pobremente traducido, según el reporte) a la compañía a cargo de los equipajes, pidiéndole que recuperase el explosivo perdido.

La compañía, sin entender exactamente lo que estaba sucediendo, contactó a las autoridades irlandesas, quienes pusieron en marcha un operativo que llevó al cierre durante varias horas de  una de las principales calles de Dublín, la evacuación de varios edificios, y el arresto de Gonda.

Todo terminó cuando la embajada de Eslovaquia intervino y dio las explicaciones del caso. Gonda quedó en libertad y no se presentarán cargos en su contra.

Pero este tipo de incidentes son más comunes de lo que parece. Según la misma historia, Francia dejó de hacer este tipo de ejercicios después de perder y jamás recuperar más de tres kilos de explosivos que sus agentes habían secretamente ocultado dentro de maletas de pasajeros.

En el caso de Gonda la historia tuvo un final feliz. Según Robert Kalinak, Ministro del Interior de Eslovaquia, todo fue “un tonto error por falta de profesionalismo”.

Me pregunto, entonces, cuántas otras historias involucrando a personas perfectamente inocentes en Eslovaquia, Irlanda o donde sea no tienen un final feliz precisamente debido a “tontos errores” y “falta de profesionalismo”.

Resulta muy preocupante pensar que por errores e incompetencia (que siempre van a ocurrir, porque todos somos humanos) se criminalice a pasajeros inocentes y que por esos mismos errores e incompetencia (pero en la dirección contraria) se permita que potenciales terroristas accedan a los aviones, sin que esos terroristas sean detectados por la correspondiente base de datos en la que deberían estar incluidos.

Tomemos como ejemplo otra base de datos, E-Verify, mantenida por el gobierno federal y que miles de compañías usan para verificar la situación inmigratoria de potenciales empleados. Según distintos reportes, entre el 3 al 42 por ciento de la información en esa base de datos está equivocada, y poco es lo que pueden hacer quienes son víctimas de esos errores.

Si nos cuesta verificar a nuestros trabajadores, ¿cómo podremos identificar con certeza a nuestros enemigos? Y debemos hacerlo, porque en esta confrontación hay muy poco margen para errores e incompetencia, sea en entrenamientos o con bases de datos.

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