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¿Cómo nos escaparemos de una inteligencia artificial que sabe todo sobre nosotros?

Ya existe una inteligencia artificial (IA) que no solamente sabe qué emociones estamos sintiendo, sino que puede reproducirlas por medio de sus propios códigos, según un reciente anuncio por parte de la Universidad de Colorado en Boulder. Y según el Instituto Tecnológico d Massachussets (MIT), ya existe una IA que sabe si estamos besando a otra persona.

Además, según un reciente artículo en El País, es inminente la llegada de las denominadas “superapps”, es decir, las conocidas aplicaciones (apps) que todos tenemos en nuestros teléfonos inteligentes, pero que, a diferencia de las apps que conocemos, las superapps pueden ofrecer hasta 100.000 servicios, y ya se habla de superapps con hasta 200.000 servicios.

La meta de las superapps, dice el artículo en El País, es que cada uno de nosotros podamos tener “toda nuestra vida en nuestras propias manos”. Pero, dejando de lado el hecho de que nadie me preguntó si yo quiero tener toda mi vida en la palma de mi mano, ¿no sería más correcto decir que estamos dejando nuestra vida en manos de las superapps, es decir, de la IA?

En definitiva, como lo explica (brevemente) en su comunicado la Universidad de Colorado en Boulder, la IA que sabe qué sentimos no sólo lo sabe, sino que sabe que lo sabe. Y eso resulta interesante, porque muchas veces nosotros mismos no sabemos lo que sentimos. 

En otras palabras, ¿cómo podremos ocultarnos de una IA que sabe de nosotros más de lo que nosotros sabemos de nosotros mismos? Tomemos, por ejemplo, la otra IA, la de MIT, que sabe si besamos a alguien. Supongamos que esa IA de MIT trabaja junto con la Boulder. Entonces, no solamente sabrá si besamos a alguien, sino también lo que sentimos al besar a esa persona.

Y también supongamos, aunque no hay nada disparatado en esta suposición, que toda esa información resulta de fácil acceso por medio de una superapp, como ahora resulta fácil volverse viejo (por lo menos en imágenes) gracias a una conocida aplicación. Entonces, gracias a esa fusión de distintas tecnologías, todo el mundo podrá saber si se trató de un beso sincero, si hubo engaño al besar, si fue una expresión de pasión o si hubo rechazo. 

Y esa sería solamente una de las decenas de miles y probablemente centenares de miles de “servicios” que las IA, en forma de superapps, nos ofrecerá, incluyendo el “servicio” de poner todo el conocimiento sobre toda nuestra vida en un solo lugar. Y eso, como mínimo, resulta peligroso en una sociedad en la que la información es poder y la inmadurez es reina. 

Por eso, ¿podremos escaparnos de una IA que todo lo sabe y que todo lo ve, que controla toda nuestra vida y que hasta nos incita a no pensar porque ella, adoptando un engañoso nombre de mujer, ya tiene todo resuelto para nosotros? Difícilmente podremos hacerlo. Pero una jaula de oro, por más que sea de oro, sigue siendo una jaula. 

¿Entonces, Alexa, qué alternativas tenemos? ¿Cómo que ninguna? 

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