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¿Estaremos todos transitando el camino de la vida en la dirección equivocada?

En junio del 2009, un accidente automovilístico en la Interestatal 70 cerca de Fort Morgan (noreste de Colorado) dejó una persona muerta. El accidente sucedió cuando un inmigrante de Somalia ingresó a la carretera en la dirección equivocada y chocó frontalmente con otro vehículo.

El incidente y sus mortales consecuencias desataron inmediatamente una oleada de pedidos tanto a nivel local como regional para que se limite la llegada de inmigrantes africanos y de otros orígenes, afirmando que “no están familiarizados con nuestra cultura, nuestras leyes ni nuestra manera de conducir”.

Durante varias semanas se habló de cuán inseguras se habían vuelto las carreteras por la presencia de conductores inmigrantes que ni siquiera sabían por dónde tenían que conducir.

Tanta fue la presión que Fort Morgan creó un programa de integración social de los inmigrantes para estudiar inglés y las leyes de tránsito.

Poco más de un año después, el 6 de julio pasado, una mujer blanca, aparentemente alcoholizada, ingresó en la Interestatal 25 cerca de Denver en la dirección equivocada y causó un accidente en el que murió una persona.  

En este caso no se trató ni de un inmigrante africano ni de una carretera en un área rural. Por el contrario, se trató de una persona educada a nivel universitario en Colorado conduciendo en la capital del estado.

Quizá por eso, o quizá porque la causante del percance es rubia, no hubo pedidos de acciones o sanciones tan serias como sí los hubo en el caso de Fort Morgan.

Y el 15 de julio pasado, es decir, la semana pasada, el conductor de un autobús de pasajeros del Distrito Regional de Transporte (RTD) condujo durante varias millas por la Interestatal 25 en dirección norte por un carril reservado para el tráfico en dirección sur. Afortunadamente, no hubo que lamentar un accidente.

El conductor en cuestión renunció a su puesto, pero no enfrenta cargos porque ningún policía lo vio conducir en la dirección equivocada. Por su parte, RTD dijo que “investigará el caso para ver si es necesario modificar el entrenamiento”.

¿Será posible que ahora haya que enseñarles a los conductores de autobuses que tienen que manejar en la dirección correcta? Sea como fuere, quizá porque no se produjo ningún accidente ni hubo acción policial, nadie pidió la deportación de los conductores de autobuses ni otras medidas extremas.

Parece que si un inmigrante maneja en la dirección equivocada es un crimen. Si lo hace una administradora de empresas, es un trágico accidente. Si lo hace un conductor profesional, es un descuido casi sin consecuencias.

¿Qué revelan esta serie de incidentes de personas manejando en la dirección equivocada? ¿Y qué revelan las reacciones del público ante esos incidentes? ¿Será que las leyes de tránsito ya no son tan importantes como alguna vez lo fueron? Y si esas leyes ya no son importantes, ¿cuáles otras tampoco lo son?

¿Y cómo hacemos para saber que aunque todos circulen en la misma dirección eso no significa que están todos yendo en la dirección equivocada?

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