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¿Qué criterio se usa para medir la epidemia de obesidad?

¿Quiénes son los obesos y los que padecen de sobrepeso y quiénes gozan de buena salud? Antes de responder a esa pregunta deberíamos determinar qué criterio se usa para establecer cuál es el peso normal de una persona. Y para encontrar ese criterio debemos remontarnos a las enseñanzas de dos filósofos griegos de la antigüedad.

Hace 2.500 años, Protágoras enseñó que “el hombre es la medida de todas las cosas”, mientras que Jenófanes sostenía que cada grupo humano crea sus propios “dioses” (valores trascendentes) a imagen y semejanza de ese grupo humano. Así, los dioses griegos se parecen a los griegos y los dioses etíopes a los etíopes, decía él.

Se puede decir que Protágoras impulsó una forma de relativismo y fenomenalismo, según la cual la realidad es lo que cada persona cree que es. Jenófanes, por su parte, aseveró que las personas crean valores transcendentes usándose a ellas mismas como el criterio para crear esos valores, y luego juzgando a otras según esos mismos valores así creados.

Esa fusión del relativismo epistemológico de Protágoras con el etnocentrismo sociológico de Jenófanes reapareció, en mi opinión, en toda su fuerza la semana pasada en un reporte de 84 páginas preparado por el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Colorado, en el que se indica que este estado padece una “epidemia” de obesidad.

Pero, según el informe, no todos son afectados por esa epidemia. De hecho, un grupo de personas disfruta de una vida “normal” con salud “normal” y con peso “normal”. El reporte describe a ese grupo como jóvenes blancos de 18 a 24 años de edad, con estudios o título universitario, y con ingresos de por lo menos 50.000 dólares por año.

Todos quienes no comparten esas características de ser jóvenes anglosajones, educados y con dinero son obesos o por lo menos padecen de sobrepeso.

Quiero aclarar que estoy totalmente a favor de vivir una vida saludable, comiendo una dieta adecuada y haciendo ejercicio. Me parece muy importante hacerlo.

Pero creo que resulta casi irresponsable afirmar que sólo aquella minoría de un cierto grupo étnico y con ciertos e indiscutibles privilegios sociales puede vivir una vida saludable, prácticamente condenando a todos los otros a resignarse a padecer de mala salud, por no tener la edad adecuada o por carecer de la educación o de los ingresos necesarios para ser sanos.

En otras palabras, como ya lo enseñaban los sabios filósofos de la Grecia antigua, el reporte usa como el centro de su realidad y como “medida de todas las cosas” a un cierto grupo étnico y social contra el cual se comparan a todos los otros grupos, dejándolos en desventaja.

Insisto en que estoy totalmente a favor de cuidar de nuestra salud y de vivir una vida sana.  Pero me molesta y preocupa que se envíe un mensaje, incluso sin quererlo, en el que se insinúa que a menos que uno sea quien uno no es (joven blanco adinerado y educado), uno jamás podrá vivir una vida saludable.

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