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¿Qué pasaría si los robots mascotas se rebelasen?

Francisco Miraval

En distintos momentos de mi vida, sobre todo durante mi infancia, he tenido distintas mascotas. Pero parece que la próxima mascota que podríamos traer a nuestras casas sería una mascota robot. ¿Qué pasaría si el robot mascota se rebelase o quisiera escapar? ¿Seríamos capaces de controlarlo? ¿Qué problemas causaría?

La pregunta dista mucho de ser un mero ejercicio teórico o una disparatada especulación. Recientemente, la empresa Boston Dynamic (asociada con Google) dio a conocer a SpotMini, una mascota robot de unos 30 kilos, capaz de moverse en dos o en cuatro patas y de completar autónomamente una serie de tareas.

Y hace pocos días un robot experimental ruso, Promobot, diseñado para interactuar con seres humanos, se “escapó” de su laboratorio, llegó a la calle, causó un congestionamiento de tráfico y obligó a la intervención conjunta de policías y científicos para desactivarlo.

¿Qué pasaría si SpotMini aprendiese lo que Promobot ya sabe? ¿Trataría de escaparse como en alguna oportunidad trataron de hacerlo un par de mascotas que alguna vez tuve? Si la mascota robot tratase de escaparse, ¿sería debido a su programación o podría ser considerado como un acto de consciencia? ¿Y existe una diferencia entre una y otra opción?

La empresa creadora de Promobot dijo que, por tratarse de un robot experimental, todavía existen problemas con su programa, por lo que quizá el modelo en particular que se escapó (¿o fue un experimento intencional?) quizá deba ser destruido. (Algo similar sucede, por ejemplo, con los osos que son atrapados tres veces en zonas habitadas por humanos).

Por su parte, SpotMini cuenta con sensores y procesadores que le permite hacer muchos de los mismos movimientos que, por ejemplo, haría un perro, como recorrer espacios reducidos o subir y bajar escaleras.

Todo esto parece significar que en los próximos pocos años podríamos tener como “mascotas” a robots inteligentes, ágiles y con habilidades casi imposibles de imaginar ahora, ya que, con la Internet de las Cosas, las posibilidades de lo que esas “mascotas” podrían hacer y aprender parecen ser ilimitadas.

Pero el tema en realidad no son las mascotas robots, sino el hecho de que tantos son los problemas que tenemos para convivir con otros seres humanos que parece casi inconcebible que logremos aprender a convivir con mascotas robot inteligentes.

No importa lo que uno haga o dónde uno esté, desde mirar una película en un cine hasta participar de una reunión de oración en una iglesia o estar en un aeropuerto o en un club nocturno, alguien puede ofenderse por esas acciones y decidir matarnos.

Día tras días vemos enfrentamientos (verbales o violentos) entre religiones e ideologías y escuchamos como se promueve la intolerancia de “los otros” en nombre de la política, de la fe, o de lo que fuere.

Si no podemos convivir con nosotros mismos, ¿podremos convivir con robots inteligentes? ¿Qué harán esos robots si se enojan y por eso ya no quieren ser mascotas? ¿Quién terminará siendo “mascota” de quién?

¿Qué sólo es alocada ciencia ficción? No lo creo.

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