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¿Qué significa no respetar las leyes de tránsito?

Francisco Miraval

El hombre manejaba por una transitada avenida en medio del día en dirección este cuando repentinamente atravesó los tres carriles en dirección este más los tres carriles en dirección oeste para girar en U, sin importarle si venía algún otro vehículo ni, mucho menos, si esa maniobra está totalmente prohibida. Y luego paró en el estacionamiento de una licorería.

Me tocó ver el incidente a la distancia y, aunque no me afectó, me hizo pensar en el creciente número de casos similares. Por ejemplo, hace poco tiempo vi a una joven pareja con dos grande perros cruzar caminando una ancha avenida (dos carriles en cada dirección) cuando, según la señal de tránsito, no era el momento para hacerlo. Y cruzaron lentamente, sin importarles ni que los carros tuviesen que frenar ni los insultos que recibieron.

Y hace sólo dos días una mujer salió de un estacionamiento y comenzó a doblar a la izquierda, pero repentinamente frenó su automóvil en medio de la calle, bloqueando dos carriles, aunque nada le hubiese impedido continuar. Pensé que le había pasado algo al vehículo, pero cuando me tocó pasar cerca de la mujer, noté que ella sólo estaba tratando de encender un cigarrillo y, cuando lo logró, siguió su camino.

¿Qué significa que las leyes de tránsito ya no sean respetadas? Con frecuencia les digo a mis estudiantes que ya no vivimos en una sociedad individualista sino que ahora vivimos en una sociedad narcisista.

El individualista, les explico, se cree el centro del universo y asume que todas las otras personas están allí simplemente para servirlo. El narcisista, por el contrario, cree que él (o ella) es todo el universo y ni siquiera reconoce la existencia de los otros.

En ese contexto, creo que la actitud hacia las leyes de tránsito ejemplifica de una manera clara la actitud marcadamente narcisista de muchos en esta sociedad, para quienes las únicas leyes y deseos que existen son los suyos propios.

¿Quiero entrar en una licorería? Entonces no importa si debo cruzar seis carriles sin aviso y en pleno tráfico. ¿Quiero salir a pasear con mis perros? Entonces las luces de tránsito no se aplican a mí. ¿Quiero encender un cigarrillo? No importa si lo hago en medio de la calle. Después de todo, para mí, el narcisista, ustedes, los otros, ni siquiera existen. De lo único que debo preocuparme es de satisfacer mis deseos y de hacerlo inmediatamente.

Si esta actitud que ahora tan claramente se ve con respecto a las leyes de tránsito se extendiese, como está sucediendo, a otros ámbitos de la vida social, ¿qué clase de sociedad tendremos? Porque ya no es sólo falta de respeto sino negarse a ver la humanidad de los otros.

Si no me interesa respetar las leyes mínimas de convivencia ni tener ningún tipo de comunicación con los otros (aunque sea mínima y fugaz, como anunciar un cambio de carril), ¿qué clase de “sociedad” estoy fomentando? En poco menos de un año y medio quizá tengamos una respuesta.

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