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El tema no es el cambio sino quien lo controla

En estos tiempos de elecciones presidenciales en Estados Unidos, los candidatos de uno y otro partido hablan de la necesidad del cambio y asocian el cambio sea con la esperanza o con la prosperidad.

 

Parece que todos, sean del partido y de la ideología que fuere, están de acuerdo que el cambio es necesario y hasta afirman que el cambio resolverá los problemas que ahora enfrentamos, tanto a nivel local como nacional y global.

 

Pero si se analiza con un poco de atención ese discurso sobre el cambio prontamente se comprende que en realidad no se está hablando del inevitable cambio sino de quién lo va a controlar.

 

Lo que los políticos realmente están diciendo es que ellos pueden controlar ese cambio y desviarlo hacia los intereses de sus seguidores, algo así como construir un dique en un caudaloso río para controlarlo y usarlo para generar energía.

 

¿Pero puede realmente alguien controlar el cambio? Durante los próximos 30 años, habrán 60 millones más de hispanos en Estados Unidos, llegando entonces 100 millones de latinos o una cuarta parte de la población total. Y, según un reciente estudio realizado por la Universidad de California en Riverside, casi el 70 por ciento de los menores de 10 años en Estados Unidos son hispanos o de otras minorías.

 

De hecho, según el New American Consulting Group de Denver, en el suroeste del país desde hace varios años ya se venden más tortillas mexicanas que pan blanco y más salsa picante que ketchup. Y ni que hablar de aquellas escuelas en las que la mayoría de los alumnos habla sólo español y pocos maestros lo hacen.

 

Estas estadísticas indican que el cambio demográfico en Estados Unidos es inevitable e imparable, como queda claro al ver que las grandes corporaciones del país tienen en sus tiendas los carteles en inglés y en español.

 

Desde mi punto de vista, lo que los candidatos realmente quieren decir cuando hablan de “cambio”, “esperanza” y “prosperidad” es que ellos harán lo posible para que el cambio que ya está sucediendo afecte mínimamente a quienes votan por ellos. Por eso, como decíamos al principio, lo importante no es el cambio, sino quien lo controla.

 

Y como los hispanos, aunque somos el cambio del país, seguimos siendo una minoría en las urnas (aunque una minoría cada vez más importante), y como muchos de aquellos hispanos que pueden votar no lo hacen, aunque el cambio social y demográfico ya esté sucediendo, políticamente no lo vamos a controlar nosotros.

 

Como una clara muestra de que eso es exactamente lo que sucede, basta pensar en el alto índice de deserción escolar entre los hispanos y en el hecho que el desempleo entre los latinos es significativamente más alto que entre los no latinos.

 

¿Por qué la deserción escolar y el desempleo? Porque tanto las escuelas como los trabajos son sólo diques para controlar el empuje y la energía de los latinos.

 

Tengamos cuidado de no votar a favor de alguien que sólo quiere controlarnos.

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