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El Universo crece más rápido de lo que podemos conocerlo

Prestemos atención y cuidadosamente pensemos en este dato: cada segundo unas 20.000 estrellas se mueven más allá del Universo visible, por lo cual nunca más podremos ver (analizar, estudiar) esas estrellas. Eso significa que cada año unos 630 mil millones de estrellas se escapan para siempre de nuestra vista. 

La información proviene de un video recientemente difundido por el Dr. Don Lincoln, profesor de física en la Universidad de Notre Dame e investigador de partículas químicas en el Laboratorio Nacional Fermi (donde funciona un acelerador de partículas).

Según Lincoln, la expansión del Universo se está acelerando por lo que la luz que vemos ahora, que tardó 14 mil millones de años en llegar a la tierra, se originó cuando el Universo era una esfera con un radio de 42 mil millones de años luz. En la actualidad, el radio del Universo llega a los 46 mil millones de años luz, es decir, 92 mil millones de años luz de un extremo a otro.

Y como el Universo se sigue expandiendo, jamás podremos ver nada que esté a más de 15 mil millones de años luz de la tierra. Pero ¿cómo podemos decir que el Universo mide 92 mil millones de años luz si sólo vemos la sexta parte de esa distancia? 

Porque, explica Lincoln, los objetos que ahora están a 46 mil millones de años luz de nosotros los vemos cómo esos objetos eran hace 15 mil millones de años luz. Es decir, vemos su pasado, pero no su presente. (Obviamente, las explicaciones son mucho más complejas y profundas que este simple resumen que aquí presentamos.)

En definitiva, cada vez vemos menos del Universo y los objetos que vemos los vemos como eran en el pasado, pero no como son ahora. 

Si somos honestos y entendemos lo que eso significa, debemos admitir entonces que cada vez sabemos menos (20.000 estrellas e incontables planetas se escapan de nuestra vista cada segundo) y que lo que sabemos ya es obsoleto en el momento mismo que lo sabemos. 

Nos creemos los reyes de la creación, la cúspide de la evolución y el Universo se ríe en nuestra propia cara. 

A un nivel mucho más terrenal, la situación me hizo acordar a la conversación que recientemente tuve con un hombre en un país latinoamericano a quien le pedí direcciones para ir a un cierto lugar. El hombre me dijo que yo debía ir “por la carretera” y agregó: “Cuando usted vea esa carretera, no va a querer usar ninguna otra”. 

La carretera en cuestión no resultó nada espectacular y, de hecho, no está al nivel de las grandes carreteras de Europa o de América del Norte. Pero el bueno hombre, protegido por su aislamiento cultural y geográfico, no estaba comparando “su” carretera con una Autobahn, sino con los polvorientos caminos que él conoció en el pasado. 

A nivel cósmico sucede lo mismo: no conocemos la realidad, sino solamente el pasado. Nos creemos “los mejores” porque insistimos en ignorar la verdadera dimensión de nuestra ignorancia.  

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