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La absurdidad de invalidar el original porque se pueden hacer copias

Francisco Miraval

Supongamos que alguien, con el talento y las herramientas necesarias, decide hacer una copia de la Mona Lisa. Y supongamos que la copia resulta ser tan buena que los no expertos tienen problemas diferenciándola del original. Si eso sucediese, sería absurdo pensar que porque alguien sea capaz de hacer una copia de la Mona Lisa, el original carece entonces de valor.

Esa forma de pensar (si algo puede recrearse o copiarse entonces se debe dudar del original) es claramente absurda. Sin embargo, se ha popularizado tanto que en numerosos programas “culturales” o “de investigación” (notar las comillas sarcásticas, por favor) se presenta esta manera de pensar como la única adecuada para realizar investigaciones de temas controversiales.

Basta observar por pocos minutos cualquier programa (mayormente en inglés) en el que se hable de OVNIS, pies grandes, fantasmas, u otros temas “paranormales” para detectar que, más allá de la pantalla de la tecnología que usan los investigadores, se esconde una forma falsa de razonar, que nunca se menciona explícitamente ni mucho menos se cuestiona.

El razonamiento es más o menos así: alguien envía un video en el que aparentemente se ve a una enorme serpiente cruzando un río. Los “investigadores” recrean las imágenes usando troncos o incluso bolsas de plástico pintadas. Si el original y la recreación son similares, eso significa, según estos investigadores, que el original es falso y el video es probablemente un engaño.

El tema es que el video original puede ser falso aunque no haya manera de duplicarlo. Quizá alguien encontró la manera de crear imágenes realistas imposibles de duplicar y decidió usar ese conocimiento para engañarnos a todos, aunque los “expertos” no puedan duplicar el original.

O quizá el video original es verdadero y válido, aunque existan miles de maneras de crear copias muy similares al original. En pocas palabras: el hecho que alguien pueda crear una copia no indica absolutamente nada sobre la verdad del original.

Debido a que esta absurda manera de pensar (en la que la “verdad” se reduce a la imposibilidad de duplicar algo) goza cada vez de mayor popularidad, temo que este razonamiento deje los límites de los programas de OVNIS y de monstruos y llegue a infiltrarse (quizá ya lo ha hecho) en el razonamiento diario en distintos ámbitos.

Si esa manera de pensar que los “investigadores” aplican a los OVNIS, monstruos y fantasmas se aplicase en la vida diaria, entonces tendríamos que dejar de usar los dólares, porque existen dólares falsamente duplicados. O tendríamos que dejar de confiar en los policías o en los bomberos, porque hay personas que falsamente se hacen pasar como miembros de esos grupos.

De hecho, ya no podría aceptarse ningún documento ni en realidad absolutamente nada, porque todo puede ser duplicado, por lo que todo se vuelve sospechoso de ser falso.

La “verdad” como induplicabilidad se basa en una verdad calculada, construida y manipulada por el “investigador”, quien asume que el original es culpable, donde puede probarse la “falsedad”, pero nunca puede probarse la inocencia.

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