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La culpa la tiene el árbol por no haber crecido suficientes raíces

Recientemente leí un reporte preparado por una compañía eléctrica sobre la caída de un árbol en una ciudad cercana a Denver. Luego de un temporal con fuertes vientos, el árbol en cuestión, ya alto, cayó sobre los cables de electricidad y provocó un principio de incendio. Diez días después, el reporte oficial indicó que el culpable había sido el árbol por no tener suficientes raíces.

Aunque afortunadamente nada sucedió en este caso, en otros incidentes similares la caída de un árbol sobre cables de electricidad causó serios incendios o daños a las propiedades. Pero sinceramente no recuerdo que se haya dictaminado que el árbol haya sido el culpable de esa desagradable situación.

En este caso, sin embargo, se acusó al árbol de haberse caído por no tener raíces, como si a lo largo de los 50 años o probablemente 60 años de la vida de este árbol, el árbol, por una cuestión de desgano o pereza, hubiese decidido por cuenta propia tener la menor cantidad posible de raíces, sin pensar que algún día podría llegar un viento que lo tumbaría. 

Además del intenso sabor animista de culpar al árbol (como pegarle a una mesa porque uno se golpeó el pie con la pata de la mesa), resulta increíble que el árbol sea el culpable y no ninguno de los muchos seres humanos que interactuaron durante décadas con ese árbol. Queda claro que al declarar culpable al árbol cada una de esas personas evade su propia responsabilidad. 

Por ejemplo, ¿no habría que considerar como responsable a quien plantó el árbol tan cerca de la casa, sabiendo (obviamente) que ese árbol iba a crecer como en realidad lo hizo? ¿Y qué pasa con quienes instalaron los cables de tal manera que quedaron cerca del árbol? ¿O quienes a lo largo del tiempo no cortaron las ramas del árbol para evitar que tocasen los cables?

¿Y qué pasa con la responsabilidad de los incontables inspectores vecinales que tendrían que haber detectado el problema y no lo hicieron? ¿Y qué decir de los “expertos” de la compañía de electricidad que, tras analizar el tema durante diez días, concluyeron que el árbol era el culpable? 

Me pregunto si es posible que este haya sido un incidente aislado o si, por el contrario, ese nivel tan inaceptable de pensar y de analizar de la realidad sea algo expandido en nuestra sociedad. Debo decir que, lamentablemente, todo indica que la segunda opción es la correcta.

Dicho de otro modo, vivimos en un mundo en el que tan grande es el deseo de evadir la responsabilidad propia que, por eso mismo, nos pasamos la vida buscando chivos expiatorios, incluso árboles, cuando algo no funciona como debe ser o como nos gustaría que funcionase. 

Pero eso de buscar constantemente chivos expiatorios es peligroso porque esa actitud es la base del campo social de la negatividad en el que, cuando se encuentran chivos expiatorios o eso no se suficiente, se apela a negar al otro, incluso hasta buscando su destrucción. 

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