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María caminó 4300 kilómetros a través de cuatro países. Pero esa no es la historia

María (el nombre y la historia son reales) trabajó toda su vida como maestra en su país natal en América Central. Pero el trabajo no le generaba los ingresos mínimos como para satisfacer las necesidades básicas de la vida. Por eso, un día, se decidió a hacer lo impensable: caminar desde su ciudad hasta Estados Unidos. Pero esa no es la historia. 

María es una de esas personas que se animó a caminar 4300 kilómetros y en ese camino debió enfrentar numerosos peligros, dormir junto a ríos o bajo árboles, comer un día sí y otro no, y sin tener ropa para cambiarse o un lugar para asearse.

Pero tampoco esa es la historia.

En el trayecto, excepto por asalto físico contra su persona, María sufrió todo tipo de agravios, desde el robo de sus pocas pertenencias, extorsión para atravesar por ciertos lugares, persecución por parte de las fuerzas del orden y por parte de grupos de pandilleros, y muchos momentos sin saber si contaría con lo necesario, mental y físicamente, para vivir un día más. 

Pero tampoco esa es la historia.

Ya en la frontera con Estados Unidos, María logró demostrar que su familia la estaba esperando en este país y, por eso, pudo ingresar legalmente. María entonces recorrió, también a pie, la distancia desde la frontera hasta la casa de sus familiares. Allí, sus propios familiares le dijeron que se marchase y María quedó literalmente en la calle. Y en la calle vivió por un año. 

Pero tampoco esa es la historia.

Durante su tiempo en situación de calle, sin otro recurso disponible que su determinación, María visitó numerosos centros comunitarios, organizaciones caritativas, iglesias y grupos proinmigrantes para pedir ayuda. Y en todos los casos se encontraron razones para no ayudarla por lo que María, legalmente en Estados Unidos, siguió viviendo junto a ríos y bajo árboles.

Pero tampoco esa es la historia.

¿Cuál es entonces la historia de una mujer sola que recorre caminando miles de kilómetros en algunos de los lugares más peligrosos del mundo, y que es traicionada por su familia y rechazada por aquellos que supuestamente se dedican a ayudar a personas como ella? 

La verdadera historia es que María realizó todo ese largo viaje de seis meses caminado y experimentó ese largo año de desamparo junto a su hijo Rubén, de 20 años y severamente discapacitado. Y María realizó el peligroso viaje para darle un futuro a Rubén. 

Recientemente, justo antes de que llegase una tormenta de nieve con temperatura bajas sin precedentes históricos, María encontró un lugar donde quedarse y un grupo de personas que, de buena voluntad, la ayudan en lo que pueden a ella y a su hijo.

María hace mucho que dejó de orarle a Dios, pero nunca dejó de llorar por su hijo. Como madre, ella sabe intuitivamente lo que el Talmud enseña: las puertas del cielo a veces se cierran a las oraciones, pero siempre están abiertas a las lágrimas. Esa es, ahora sí, la verdadera historia.   

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