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Personas como Eugenio nos devuelven la esperanza

Francisco Miraval

¿Qué se puede hacer cuando aparentemente nada se puede hacer y toda esperanza parece perdida? Según Eugenio, ese es el mejor momento para salir a hablar con la gente, con la meta de devolverles la esperanza y quitarles el miedo que les impide contar sus historias para cambiar y mejorar su situación.

Eugenio es un inmigrante mexicano residente en Colorado. En 2005 y 2006, debido a la aprobación de leyes anti-inmigrantes por parte de la legislatura local, la situación de los inmigrantes (tanto legales como indocumentados) se complicó en Colorado. Para Eugenio, ese fue su punto de partida para dedicarse a conversar con la gente. Y desde entonces a eso se ha dedicado.

Me encontré con Eugenio la semana pasada cuando él y yo llegamos, sin planearlo y sin jamás habernos encontrado antes, al estacionamiento de un mercado latino en una transitada esquina del barrio hispano en el oeste de Denver. Allí, en las paredes exteriores del mercado, se había instalado una muestra de fotografías de inmigrantes y de amigos de inmigrantes.

Eugenio se acercó al lugar porque quería ser parte de ese proyecto, no por una cuestión de vanidad personal, sino por solidaridad comunitaria.

“Yo apoyo desde hace muchos años la reforma inmigratoria y el camino a la ciudadanía.  Por eso, siempre veo el rostro de los inmigrantes, especialmente de los indocumentados. Pero ahora, gracias a este proyecto, todos pueden ver esos mismos rostros”, me dijo Eugenio.

“Estos rostros son los verdaderos rostros de la reforma inmigratoria, porque todos ellos expresan el sufrimiento, la esperanza, la desesperanza, el temor y el deseo de quienes necesitan esa reforma”, comentó.

Por eso, durante los últimos ocho años, sin abandonar su trabajo en un restaurante, Eugenio se desempeñó como voluntario en una organización comunitaria, visitando casas, tiendas e iglesias para hablar con aquellos que creen que nadie los escucha y para escuchar historias que quienes las cuentan tenían miedo de compartir.

Los cambios políticos este año en Colorado (la legislatura local aprobó varias leyes pro-inmigrantes) y la posibilidad de una reforma inmigratoria en los próximos meses lo llevaron a Eugenio a tomar una decisión extrema, la de dejar su trabajo para dedicarse de tiempo completo para motivar a los inmigrantes a expresarse por sí mismo a favor de la mencionada reforma.

Por eso, ahora es posible encontrarse con Eugenio casi en cualquier hora del día y casi cualquier día de la semana recorriendo las calles de la zona metropolitana de Denver para hablar con personas que, como él en el pasado, algún día también creyeron que no tenían voz para hablar ni historias para contar.

“Cuando veo todos esos rostros casi me hace llorar porque desde hace muchos años vengo esperando ver a los inmigrantes saliendo las calles a contar sus propias historias, aunque sea por medio de fotografías”, me dijo Eugenio.

Gracias a Dios, Eugenio no es el único. Vaya, entonces, nuestro reconocimiento a él y a todos los “Eugenios” quienes, por su abnegado trabajo, no nos dejan perder la esperanza.

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