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Pistas para recuperar un pasado olvidado

Francisco Miraval

Recientemente mi hija me envió una fotografía de un jacarandá, un majestuoso árbol con coloridas flores que en mi infancia veía con frecuencia, pero ahora ya no los veo. Al ver esa imagen, repentinamente regresaron a mi mente “recuerdos de otros tiempos”, incluyendo canciones que de niño yo cantaba o escuchaba sobre el jacarandá.

La razón por la que me hija me envió esa fotografía fue para mostrarme la belleza de los jacarandás, algo que yo ya sabía, pero que me había olvidado, pero que recordé al ver una vez más, aunque haya sido indirectamente, a esos árboles.

Existen muchos ejemplos similares de una imagen, un perfume, una canción, o a veces incluso una sola palabra que abren la llave de un pasado que creemos olvidado para siempre, pero que recobramos precisamente gracias a esas imágenes y sensaciones.

A veces parece que nuestra mente todo lo almacena y nada olvida. En el momento oportuno y con la ayuda oportuna, lo supuestamente olvidado resurge, dándonos una nueva oportunidad de recordar quiénes éramos y, por lo tanto, de analizar quienes somos.

En esa búsqueda del pasado “olvidado” que puede regresar en cualquier momento no todo es tan trivial como los jacarandás de mi infancia. A veces me da la sensación de que nos hemos olvidado no sólo de nuestro pasado personal, sino incluso de nuestro pasado como humanidad. Y no solamente nos hemos olvidado de ese pasado, sino que nos olvidamos que nos olvidamos.

Pero, tan inesperadamente como al fotografía que me envió mi hija, surgen imágenes que parecen apuntar a un pasado humano olvidado y que esperanzadamente estaríamos a punto de recuperar.

El pasado 6 de mayo, por ejemplo, Douglas Preston, escribiendo para The New Yorker, anunció el posible descubrimiento de la Ciudad Blanca, una ciudad “perdida” en la zona Mosquitia, Honduras, que se viene buscando desde hace casi cinco siglos, es decir, desde la época en que Hernán Cortés llegó a las Américas. De hecho, Cortés es el primer europeo en hacer referencia a esa ciudad. La ciudad fue descubierta usando fotografías digitales aéreas, por lo que aún queda mucho por determinar.

Pocos días después, el 10 de mayo, se anunció el posible descubrimiento de otra ciudad “perdida”, en este caso en el desierto de Kalahari, en África. Esta “ciudad” se “descubrió” como parte del Proyecto Marcahuasi, que usa Google Maps para detectar potenciales ruinas. Como en el caso de Honduras, aún no se han hecho exploraciones por tierra, por lo que la naturaleza y antigüedad de estas “ciudades” aún no se han establecido.

Me pregunto si la reaparición de ciudades perdidas en América Central y en África, aunque sea por medio de imágenes digitales, será una indicación que estamos cerca de recuperar la memoria perdida de los orígenes y de la historia de la humanidad.

No se crea que la idea sea tan disparatada. Después de todo, desde los antiguos griegos hasta “Hombres de Negro” afirman que nos olvidamos de la realidad, pero que podemos recuperarnos de ese olvido.

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