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Predecir el futuro sigue siendo una tarea muy difícil

Francisco Miraval

Frecuentemente hablo con jóvenes y adultos sobre la posibilidad de que antes de mediados del presente siglo los seres humanos se transformen en trans-humanos, es decir, seres con cuerpos holográficos y cerebros digitales. Con la misma frecuencia, mis interlocutores me responden que, por muy distintos motivos, eso nunca sucederá.

Debo confesar que no poseo ningún don especial para anticipar el futuro y que, por lo tanto, no sé si el trans-humanismo llegará o no a convertirse en realidad. Lo que sí sé es que siempre ha resultado muy difícil predecir el futuro, tanto lo que va a pasar como lo que no va a pasar.

Por ejemplo, en 1923, Joseph Pulitzer (cuyo apellido le da nombre al conocido premio), publicó en su periódico The World las opiniones de diversos expertos sobre cómo sería el mundo en los primeros años del siglo XXI, es decir, nuestra época. (Sigo aquí la información publicada por Columbia Journalism Review, mayo-junio 2013, páginas 14-15.)

Uno de esos expertos, D. W. Griffith, productor  de películas, dijo que no había ninguna posibilidad de que en los cien años siguientes a su época se lograse transmitir instantáneamente y a distancia películas en vivo. La razón, según Griffith, es que en el futuro (es decir, nuestra época) las personas no querrán “perder el tiempo” mirando películas.

Otro experto, William Anderson, sostuvo que en el siglo XXI, sólo los “anormales y depravados” (sus palabras, no las mías) beberían alcohol. Y otro más, H.L. Mencken, creyó que para estos años Estados Unidos sería nuevamente una colonia inglesa.

Podemos reírnos de cuán erradas estuvieron estas predicciones, especialmente la relacionada con el hecho de que nadie querría perder su tiempo mirando películas. Pero lo cierto que hacer predicciones siempre resulta difícil, incluso para los expertos. No todos, sin embargo, estuvieron equivocados.

Hace 90 años, Mary Garrett Hay, de la Liga de Mujeres Votantes de Nueva York (una novedad en aquella época) correctamente anticipó que las mujeres serían “políticamente poderosas” y que la idea de que una mujer sea electa como presidente “ya no escandalizará a nadie.”

Y John Sumner acertó al decir que en nuestro siglo, como en el suyo, habría personas que harían negocio “con las debilidades de sus hermanos”, es decir, vendiendo productos o servicios claramente nocivos, pero de uso legal y aceptable.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de los errores y aciertos de los expertos consultados por Pulitzer sobre cómo sería la vida en nuestros años? En cuanto a los aciertos, queda claro que quienes son marginalizados en una época pueden llegar al poder en otra época (Hay) y que ciertos elementos de la naturaleza humana nunca cambian (Sumner).

En cuento a los errores, ¿quién podría jamás haber anticipado explosiones nucleares, viajes a la Luna, computadoras, Internet, globalización y tantas otras cosas que ahora las vemos como tan comunes pero que nuestros abuelos o bisabuelos nunca tuvieron?

Por eso, más que risa, las predicciones erradas deberían llevarnos a reflexionar sobre nuestras ideas acerca de un futuro que sigue siendo inescrutable.

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