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Project Vision 21

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Recién estamos aprendiendo a mirar el pasado, pero todavía no comenzamos con el futuro

Hasta hace sólo un siglo, se creía que la extensión total del universo era de solamente 2000 años luz. En la actualidad, se afirma que el sector visible del universo es de unos 14,5 mil millones de años luz. Y, con el telescopio espacial Webb recién lanzado, esos números cambiarán y se expandirán. 

Pero esta no es una columna sobre astronomía, sino sobre el hecho que en un siglo hemos extendido inmensamente nuestra capacidad no sólo de mirar a la distancia, sino, aún más importante, nuestra capacidad de mirar al pasado, ya que observar distantes estrellas o galaxias es observarlas tal cual eran en el momento en que su luz partió en dirección a la tierra.

Dicho de otro modo, en menos de un siglo aprendimos a mirar (gracias a nuevas teorías y tecnologías) al pasado lejano e incluso quizá podría comenzar a investigar qué sucedió en un pasado todavía más lejano, antes de la creación o aparición de nuestro universo.

Algo similar sucedió con nuestro entendimiento de nuestra propia historia que, hasta hace sólo unos pocos siglos, se reducía a unos 6000 años y ahora se remonta a millones y millones de años, con largas etapas de las que aún desconocemos muchos detalles. 

Todo eso significa que en poco tiempo en la escala histórica nuestra consciencia del pasado se expandió exponencialmente y todo indica que seguirá haciéndolo. Pero aún no existe una expansión similar de la consciencia con respecto al futuro.

Es verdad que ahora podemos explorar unos 14,5 mil millones de años del universo, pero, si las leyes actuales del universo se mantuviesen tal como ahora las conocemos, nuestro universo duraría unos 100 mil millones de años. Eso significa que el 85 % del universo es futuro. Insisto: el 85 % del universo es (no “será”) futuro. Nuestro actual nivel de consciencia no lo percibe.

Se dice que los bebés, durante sus primeros meses de vida, sólo ven hasta medio metro de distancia (aproximadamente). Cualquier objeto a más de medio metro de distancia del bebé no será percibido, no porque no exista, sino porque el bebé todavía no puede verlo. En otras palabras, que no veamos el futuro no significa que no exista. 

Luego, los niños de corta edad comienzan a tomar consciencia de que antes de ellos existió un pasado y, de hecho, les lleva años conceptualizar ese pasado. Por ejemplo, llega el momento en el que descubren que sus padres alguna vez también fueron niños. Sin embargo, esa expansión de la consciencia hacia el pasado no va acompañada de una expansión similar hacia el futuro. 

En definitiva, tanto a nivel personal como al nivel de toda la humanidad recién ahora estamos tomando consciencia de nuestro pasado (una consciencia todavía incompleta y fragmentaria) y, por eso, quizá se pueda anticipar que en algún momento también seremos capaces de expandir nuestra consciencia para incluir el futuro. Pero aún estamos en la infancia de ese proceso. 

Quizá un día veremos como somos vistos y nos veremos como realmente somos. 

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