Menu
header photo

Project Vision 21

Transforming lives, renewing minds, cocreating the future

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.

Si la evolución humana se detuvo, ¿qué o quién sigue evolucionando?

Una de las teorías que, aunque ciertamente no nueva, se repite con bastante frecuencia en el marco de la actual pandemia es la idea que la evolución humana se detuvo, no en un sentido positivo (afirmar que llegamos a la cima de la evolución) o esperanzador (creer que ya llegan los transhumanos), sino negativo: nosotros somos los peores enemigos del futuro de la humanidad.

Parece algo difícil de creer porque esta no es la primera vez que la humanidad enfrenta catástrofes naturales o creadas por la humanidad y, a pesar de ello, todavía seguimos aquí. Pero recientes ejemplos que presencié personalmente me llevaron a pensar que quizá haya algo de verdad en la idea que nosotros detuvimos la evolución.

Se dice que Einstein habría dicho (seguramente no lo dijo) que existen solamente dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y que él no estaba seguro sobre la infinitud del universo. Y Asimov alguna vez escribió que contra la estupidez humana hasta los mismos dioses luchan en vano.

Más cerca en el tiempo, hace pocos días el historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari volvió a enfatizar que lo que destruirá a la humanidad no es un virus o una pandemia, sino la humanidad misma, por su estupidez (esa es la palabra que Harari usó).

¿Por qué hacemos esa referencia a la innegable insensatez humana? Porque la hemos presenciado. 

Por ejemplo, hace algunos días fui a un supermercado y la persona que estaba en la fila antes que yo para pagar tenía toda la protección posible, incluyendo una sólida máscara y largos guantes.

Pero cuando le llegó el turno de pagar, esta persona se quitó la máscara y usó sus dientes para remover el guante de la mano derecha y luego, con los dedos al descubierto, pulsó las teclas correspondientes para ingresar la clave de su tarjeta de débito. Luego de pagar, volvió a usar sus dientes para colocarse el guante y entonces se acomodó la máscara. 

Me quedé pensando de qué le sirve a esa persona protegerse como lo hizo si precisamente en el momento en el que más necesita protección no solamente remueve su protección, sino que lo hace de la manera más imprudente posible. Asimov tenía razón: hasta los dioses son impotentes frente a tal nivel de insensatez. 

Y luego una conocida organización comunitaria debió suspender el reparto de paquetes de comida a personas necesitadas porque los interesados no pudieron cumplir con dos reglas sencillas: pedir una cita y llegar en el horario asignado, e ir a buscar la comida solos. 

Por el contrario, las personas comenzaron a llegar en cualquier momento y acompañadas por toda la familia, incluyendo niños, sin consideración alguna de protección personal o distanciamiento social. Aún peor, descartaban en el estacionamiento los alimentos que no les gustaban.

Entonces, quizá sea verdad que con nosotros se terminó la evolución. Si es así, ¿quién está evolucionando? Se cree que los simios ya están en su propia edad de piedra. Pero esa es otra historia.  

Go Back