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Un momento de alta tensión emocional que nos afecta a todos

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, uno de los momentos claves de la democracia en el mundo occidental, ha alcanzado este año un nivel de antagonismo tan alto y, por lo tanto, una retórica tan abrumadora que más de la mitad de los votantes afirman que las elecciones les causan tanto temor como tensiones emocionales pocas veces vistas en tiempos de paz.

Así por lo menos lo afirma una reciente encuesta difundida por la Asociación Psicológica de Estados Unidos (APA). El sondeo revela que las tensiones emocionales entre los adultos estadounidenses están en sus niveles más altos en los últimos diez años y que las elecciones causan ahora más tensiones que otros temas como empleo, dinero y la economía.

Según la encuesta, el hecho que las elecciones se vienen cubriendo desde hace un año, el hecho que esa cobertura es constante y en todos los medios y plataforma, y el hecho que los discursos e intercambios son tan negativos ha generado un algo nivel de “desarmonía” que lleva a las personas a tensionarse, a preocuparse y a agitarse.

Además, esas tensiones emocionales afectan a todos los votantes sin importar su afiliación política. Por eso, la gente prefiere no hablar de política, borra a “amigos” de sus listas en las redes sociales, apaga el teléfono para no leer ni recibir mensajes, y limita al mínimo su consumo de noticias.

Pero no solamente los votantes han sido afectados emocionalmente por estas elecciones. Según un estudio realizado por LifeWay Research, las elecciones presidenciales en Estados Unidos han causado serias divisiones raciales y culturales entre los evangélicos del país y esas divisiones continuarán más allá de las elecciones sin importar qué candidato resulte electo.

El estudio de LifeWay se basó en una encuesta en línea entre 1000 evangélicos del todo el país. La conclusión es que, a pesar de que los evangélicos blancos, hispanos y afroamericanos comparten las mismas creencias, en estas elecciones “la raza y la afiliación política divide a los evangélicos”.

En otras palabras, la política es más importante que la fe incluso entre aquellos que representan uno de los más influyentes sectores religiosos del país, por lo cual, según la encuesta, las cuestiones religiosas “quedan ocultas detrás de la política”.

Y como las divisiones y las tensiones entre las distintas razas y culturas continuarán en 2017 y por el futuro previsible, cada vez que haya que tratar un tema importante (elección de jueces para la Corte Suprema, seguridad nacional, reforma inmigratoria) esas divisiones resurgirán y hasta podrían profundizarse.

Según parece, la última vez que una elección presidencial generó tantas tensiones emocionales como las que ahora se experimentan fue en 1964, cuando, tras el asesinato de John Kennedy, Lyndon Johnson derrotó a Barry Goldwater.

En definitiva, con los medios de comunicación y las redes sociales saturadas de negatividad, las personas no se informan, se tensionan y dejan de ser amigas o de hacer negocios con quienes no respaldan al mismo candidato. Y si eso es “democracia” y “civilización”, entonces algo anda mal.  

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