Francisco Miraval
En 1927, Werner Heisenberg anunció su famoso principio, conocido como principio de incertidumbre que, en su forma más simple (la única que puedo limitadamente entender), dice que no podemos, ni siquiera teóricamente, medir la velocidad o el lugar de una particular a la vez. Si medimos uno de esos elementos, no podemos medir el otro.
En otras palabras, si determinamos la velocidad de una partícula (como un protón o un neutrón), no podremos saber dónde está esa partícula. Y si sabemos exactamente dónde está, entonces no sabremos su velocidad.
Sea como fuere, este principio tiene una consecuencia interesante (que, otra vez, sinceramente no entiendo): les permite a las partículas usar energía del futuro. Y ese préstamo energético que reciben del futuro dura mientras partículas sigan cumpliendo con el principio de Heisenberg.
Dicho de otro modo, mientras la ambigüedad descubierta por Heisenberg continúe, las partículas podrán seguir recibiendo energía desde el futuro sin tener que devolverla. Caso contrario, las partículas deberán repagar por haber usado esa energía.
Pero ¿para qué y por qué las partículas necesitan pedir prestada energía del futuro? Aparentemente, necesitan esa energía para construir âtúnelesâ en la ârealidadâ ya que de otra manera esa ârealidadâ se convertiría en una âbarreraâ, también llamada âzona prohibidaâ.
Sin esa energía del futuro, las partículas quedarían âatrapadasâ dentro de las âbarrerasâ que les impone la ârealidadâ. (Mis sinceras disculpas a todos aquellos que realmente entienden la física cuántica y que, por eso, saben que yo no sé lo que estoy diciendo).
Ahora bien: si las partículas pueden pedir prestada energía del futuro para superar las barreras de la realidad, para no quedar atrapadas en esa realidad, y si esa energía del futuro (más del 80 por ciento del universo es futuro, según Frank Tipler) seguirá fluyendo mientras la ambigüedad se mantenga como tal, ¿no podemos nosotros entonces hacer lo mismo?
La pregunta parece incoherente y hasta irreverente. Después de todo, nosotros no somos partículas subatómicas. ¿Cómo, entonces, podríamos âpedir prestadaâ energía del futuro? Pero resulta que las partículas son paquetes de energía, como lo somos también nosotros. Y la consciencia humana cambia la realidad (el observador altera los experimentos), como la física cuántica lo ha comprobado una y otra vez.
La pregunta entonces se transforma en esta otra: ¿Podemos nosotros pedir prestada energía del futuro para que no quedar atrapados en la realidad actual? Y si fuese posible, ¿cómo lo haríamos?
La respuesta es que para nosotros, los humanos, âpedir energíaâ del futuro significa aprender del futuro y liderar desde el futuro, como desde hace una década lo viene promoviendo el Dr. Otto Scharmer, de MIT y del Instituto Presencing. De esa manera, podremos construir âtúnelesâ en las âbarrerasâ que la realidad actual nos impone. Y mientras mantengamos una mente abierta, un corazón abierto y una voluntad abierta, la energía del futuro seguirá fluyendo.
Y no se trata sólo de una metáfora, sino de un acto cocreación y coevolución, de un salto cuántico literal más allá de las âbarrerasâ que quieran imponernos.Â
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