Menu
header photo

Project Vision 21

Transforming lives, renewing minds, cocreating the future

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.

¿Por qué automáticamente me corrigen si no estoy equivocado?

Una gran parte de mi trabajo como consultor consiste en realizar traducciones técnicas del inglés al español. Con frecuencia tengo la versión electrónica el texto original en el monitor de la computadora y completo la traducción usando directamente ese texto.

Como resultado, el corrector automático de gramática y de ortografía del programa procesador de texto se “confunde” con respecto a qué idioma estoy usando y, por lo tanto, qué correcciones debe hacer. Por eso, me corrige lo que escribo, asumiendo que está mal, aunque esté bien.

Por ejemplo, el corrector automático le quita el acento a “reunión” y borra el signo de pregunta inicial (“¿”), o utiliza mayúsculas en palabras que en español no siempre las llevan, como “nuevo”.

Por eso, me veo obligado a volver a escribir frases y palabras que fueron correctamente escritas la primera vez porque el corrector, cumpliendo con su trabajo y sin contextualizar su tarea, automáticamente asume que lo que yo escribo está mal.

El ejemplo parece trivial, y lo es, pero me llevó a preguntarme en cuántas otras cosas de mi vida las personas me corrigen porque asumen que lo que yo hago o digo, debido a mi idioma o a mi cultura, está mal y necesita ser inmediatamente corregido.

Una respuesta detallada a esa pregunta enumeraría largas páginas con ejemplos que distan mucho de ser triviales.

Por ejemplo, los hispanos pagamos más por seguro de salud, seguro de vida o seguro para el automóvil que los no hispanos, especialmente si vivimos en un vecindario con alto porcentaje de hispanos. Y pagamos más por la misma razón que mi procesador de texto corrige lo que yo escribo: una computadora dice que estamos equivocados.

Según la Oficina de Salud para Minorías del Departamento de Salud de Estados Unidos, los hispanos, debido a problemas de idioma o de cultura, tienen menos acceso a cuidados médicos y padecen de más enfermedades crónicas.

¿Pero con quién nos están comparando cuando se compilan esas tablas y estadísticas? Nos comparan con el peso, la altura y la salud ideal de un joven anglosajón de 25 años. Ese es el parámetro de comparación. Por lo tanto, siempre se nos cataloga de “enfermos” y por eso los seguros nos resultan más caros.

La situación es similar a lo que sucedería si el corrector de ortografía de mi procesador de texto comenzase a quejarse que “siempre tiene que estar corrigiéndome” (aunque en realidad corrige cosas que no están equivocadas) y que, por lo tanto, yo debería pagar más por usar ese programa, porque supuestamente estoy “en riesgo” de usarlo más.

La corrección automática va más allá del contexto del procesador de textos o de los distintos tipos de seguros, ya que, por ejemplo, automáticamente se “corrige” a nuestros jóvenes cuando dicen que quieren ir a la universidad o cuando expresan grandes metas para sí mismos o para su comunidad.

Quizá, como hago con mi procesador de texto, sea hora de cambiar de idioma y de establecer nosotros mismos nuestros propios parámetros de corrección.

Go Back