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¿Qué semilla que plantamos hoy crecerá no ahora, sino en 2000 años?

En reciente reporte en la revista especializada Avances Científicos indica que semillas que quedaron en el suelo de Judea hace 2000 años fueron exitosamente cultivadas, creciendo y dando frutos. Aunque este no es el primer experimento de su clase, el resultado lleva a preguntarse: ¿qué estamos sembrando nosotros hoy que podrá cosecharse dentro de dos milenios?

Seamos honestos: la mayoría de lo que hacemos es tan irrelevante, tan superficial y también tan trivial que hasta nosotros mismos nos olvidamos de que lo hemos hecho. Por eso, difícilmente algo de lo hoy hagamos o digamos llegará a ser de interés para los arqueólogos y antropólogos del futuro. 

Pero, podemos preguntarnos, ¿qué hizo que seis semillas del pasado pudiesen ser cultivadas en nuestro tiempo? La respuesta es sencilla: habían sido guardadas de tal manera que ni siquiera el paso de los siglos las hizo perder su capacidad de germinar. 

Otro reciente reporte, en este caso difundido por el Parque Arqueológico de Pompeya (Italia) indica que los acueductos construidos por los romanos hace 2000 años para que la lluvia caída en el centro de esa antigua ciudad se descargase en el mar se conservan en tan buen estado que ahora, ya dos milenios después, se usan con el mismo propósito. 

Recordemos, como es muy conocido, que Pompeya y otras ciudades cercanas fueron destruidas por la erupción del Vesubio en el año 79. Sin embargo, a pesar de esa catástrofe y tragedia, los acueductos siguen funcionando. ¿Por qué? Porque fueron construidos para durar, al contrario de lo que sucede con la gran mayoría de las cosas a las que hoy tenemos acceso.

A pesar de las muchas cosas negativas que pueden decirse de los romanos, no caben dudas que sobresalían en construcción porque construían a prueba del futuro, sin la idea tan común en nuestra época de una obsolescencia programa para favorecer a un capitalismo inhumano.

Entonces, ¿qué podemos construir nosotros que esté tan bien construido que durará por muchos años precisamente porque está construido para perdurar más allá de tragedias y de catástrofes? ¿Y qué podemos preservar tan bien guardado y protegido que, cuando en el futuro lleguen las condiciones apropiadas, aquello que hemos guardado y protegido germine y florezca? 

Quizá no se trate ni de construir algo ni de guardar algo, sino de dar algo y, por ser algo que damos para el futuro, darlo ahora por anticipado para que lo reciban y disfruten todas aquellas personas que nunca conoceremos y que quizá nunca sepan de nosotros.

Dar (donar) algo por (per) anticipado es lo que se llama perdonar (per-donar), no en el sentido superficial y de devaluado que esa palabra tiene hoy, sino en el sentido de crear hoy un ambiente seguro y protegido, y tan bien construido, que les permita a los humanos del futuro llegar a ser plenamente humanos. Los griegos tenían una palabra para ese tipo de per-donar: agape. 

Agape también es una palabra devaluada, cuyo profundo sentido, desconocido para muchos, no se explica, sino que se vive. 

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