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¿Quién tiene la prioridad en una época de crisis?

En la Era Victoriana de Inglaterra, a mediados del siglo XIX y en el apogeo de la Revolución Industrial y del expansionismo británico, se decía que era mejor ser el caballo de la Reina que el súbdito de la Reina, porque a los caballos se los trataba mejor que a las personas.

Según dicen los historiadores, mientras que los caballos reales de la Inglaterra victoriana vivían en establos limpios, recibían alientos y atención constante, y hasta tenían períodos de descanso, muchas familias debían conformarse con inadecuadas viviendas, padecían de malnutrición y tenían que trabajar todos (niños incluidos) todos los días todo el día.

Tanta era la diferencia de nivel de vida entre los caballos de la Reina y el pueblo que varios escritores y analistas de aquella época anticiparon significativos cambios sociales en Inglaterra, desde una revolución del proletariado (Marx) hasta una revolución cristiana (William Booth, fundador del Ejército de Salvación).

Al final, Inglaterra no llegó a ser ni totalmente comunista ni totalmente cristiana. Los caballos eventualmente cayeron en desuso, el nivel de vida de la gente mejoró y las injusticias sociales desaparecieron en gran parte.

Volví a pensar en este tema del trato preferencial para ciertos animales pero no para ciertas personas debido a recientes historias en los medios estadounidenses en las que se afirma que próximamente las mascotas tendrán el derecho legal de presentar demandas contra sus dueños y en las que se informaba del lanzamiento de hoteles, aerolíneas y cementerios de lujo para las mascotas.

Me apresuro a aclarar que tengo el más alto respeto hacia todos los animales y mascotas y que todo abuso o crueldad en contra de animales debe ser adecuadamente penalizado.

Pero en esta época de de crisis y de transformación, cuando hay tantas y tantas personas en el país y en el mundo con serias dificultades para mantener a sus familias, ¿realmente se necesitan hoteles de lujo y aerolíneas específicas para mascotas?

¿Ya se han solucionado todos los otros problemas de las cortes estadounidenses como para que los jueces y el sistema judicial tengan tiempo y recursos suficientes como para escuchar las demandas presentadas por mascotas en contra de sus dueños?

Insisto en que no tengo nada en contra de las mascotas o de los animales en general. Como creación de Dios, deben ser respetados y quien no lo haga debe pagar las consecuencias de sus acciones.

De hecho, este comentario no es sobre las mascotas, sino sobre lo que aparenta ser una falta de comprensión de las dimensiones de la crisis global y sobre lo que yo describiría como “buenas intenciones pero con prioridades equivocadas”.

Si en este momento de tantos desafíos y cambios, algunos empresarios, políticos y legisladores creen que se les debe otorgar más derechos legales y ofrecerles más servicios de lujo a las mascotas, incluso cuando hay millones de personas que no pueden aspirar ni siquiera a una fracción de ese nivel de vida, entonces quizá sea hora de revisar nuestras prioridades y nuestro entendimiento de la realidad.

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