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Aún ni siquiera conocemos completamente a nuestro propio planeta

La NASA recientemente anunció el descubrimiento de un exoplaneta cerca de la estrella CJ357 que, por sus características, podría ser similar a la tierra. El descubrimiento de exoplanetas similares a la tierra no resulta ninguna novedad, pero lo que sí resulta novedoso es que casi simultáneamente Facebook anunció que gran parte de la tierra aún carece de mapas precisos. 

A ver, entonces, si nos entendemos: a la vez que podemos saber que el planeta CJ357d (“d” significa que es el cuarto planeta en su sistema planetario) está en la llamada “zona habitable” y que podría tener agua, a unos 200 años luz de la tierra, aún no hemos podido realizar mapas completos de Tailandia y de Indonesia. 

Las cámaras de TESS (el satélite que la NASA usa para descubrir exoplanetas) permitieron determinar que CJ357d tendría una atmósfera lo suficientemente densa como para que exista agua líquida en ese planeta. 

Pero, hasta el momento, la mayoría de las rutas de Tailandia y de Indonesia, según la información difundida por Facebook, aún no figuran en ningún mapa. De hecho, el proceso de creación de esos mapas comenzó hace diez años y hasta ahora no se completó porque el trabajo lo realizan voluntarios y los mapas se crean manualmente.

En definitiva, podemos estudiar un distante planeta con un alto grado de precisión y, simultáneamente, carecemos de información precisa sobre amplias zonas de nuestro planeta. ¡Qué paradoja! Vemos lo distante, lo alejado, pero no vemos lo cercano y lo cotidiano.

La paradoja no es nueva, aunque ahora la hemos llevado a un nivel cósmico y hemos involucrado a la inteligencia artificial. De hecho, ya en la antigüedad un conocido maestro itinerante enseñaba que resulta más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el ojo propio.

El mismo maestro decía que primero debemos remover la viga de nuestro ojo antes de intentar remover la paja del ojo de la otra persona. Con el debido respeto, esa enseñanza podría entenderse como la necesidad de conocer el universo interior antes de conocer el universo exterior, aunque una y otra acción son, en esencia, inseparables. 

Sabemos, por ejemplo, que la estrella en torno a la que gira CJ357d tiene un tercio de la masa de nuestro Sol y es un 40 por ciento más frío que el Sol. Pero sobre la tierra, millones de kilómetros de caminos (calles, carreteras, puentes) en todo el mundo aún no figuran en ningún mapa. Conocemos, entonces, lo distante, pero no conocemos lo cercano.

Quizá, sin descuidar los exoplanetas, debamos cambiar la dirección de la mirada y mirar a nuestro propio planeta y dejar de verlo como una acumulación de material inerte que podemos extraer, explotar y descartar. Debamos mirar aún más profundamente dentro de nosotros para descubrir qué nos lleva a explotar y destruir nuestro propio planeta. 

Surge otra pregunta: si todavía no tenemos suficiente información sobre millones de kilómetros de caminos en nuestro planeta, ¿cuántas otras cosas seguimos ignorando de la tierra y de nosotros mismos? 

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