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Project Vision 21

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Es hora de “pensar a lo grande” para nuestro futuro

La semana pasada acompañé a mi hija a una serie de presentaciones organizada en Denver por cinco de las más importantes universidades del país. Debo confesar que me quedé asombrado al comprender cuánto desconozco sobre las numerosas y casi increíbles oportunidades que los jóvenes actuales tienen para construir un futuro que yo no puedo ni siquiera imaginar.

A la vez, resulta demográficamente innegable que el futuro de Estados Unidos está estrechamente vinculado con el futuro de la comunidad hispana. Cada censo y cada estadística así lo demuestran.

La combinación de un futuro de inmensas oportunidades y el hecho de que seamos los latinos quienes tenemos la responsabilidad de construir ese futuro debería ser motivación suficiente para soñar en grande y para impulsarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos y nietos a trabajar y estudiar arduamente en beneficio de ese futuro.

Pero la realidad es que estamos tan obsesionados por sobrevivir en el presente y por tener la menor cantidad posible de inconvenientes y problemas que nos hemos autoexcluido de un futuro mejor y hasta nos da miedo pensar en ese futuro.

Hasta hace no mucho tiempo se creía que cada generación iba a tener una vida mejor que la generación anterior precisamente por los esfuerzos de la generación anterior, ahora hemos invertido las prioridades y pensamos que podemos sacrificar el nivel de vida de las generaciones posteriores para mantener en el presente lo poco que nos queda y que no queremos perder.

Por eso, nuestro futuro se ha acortado y solamente hacemos planes a corto plazo. Y por eso mismo nuestros resultados son mucho más pequeños (nos conformamos con pequeñas victorias cotidianas) y el futuro en sí nos da miedo.

Por ejemplo, hace algunas décadas nos imaginábamos que para esta época tendríamos bases en la luna y misiones tripuladas a Marte. Y ahora tenemos problemas con una misión de pocos días y que apenas si sale de la atmósfera.

¿Qué nos pasó y por qué dejamos de soñar? ¿Quién nos robó de nuestro futuro? ¿Tenemos todavía recuerdos del futuro?

Guerras, ataques terroristas, serios problemas económicos, recambio político y hasta amenazas de pandemias son suficientes como para aplastar los sueños del más idealista. Pero quizá la solución a esos grandes desafíos y conflictos sea precisamente volver a soñar con un futuro mejor para todos y comenzar a trabajar a favor de ese futuro.

No podemos robarles a nuestros hijos la oportunidad de soñar y de construir su propio futuro, porque en esos sueños germinará nuestro futuro y el de nuestros nietos. En los momentos de mayor desesperación es cuando más hay que soñar para no hundirse completamente en la desesperación.

Si nosotros dejamos de soñar, nuestros hijos tampoco soñarán. Si creemos que en cuatro años se termina el mundo, pasaremos esa desesperación a las generaciones siguientes, privándolas de soñar grandes sueños aún en medio del apocalipsis.      Porque no hay apocalipsis sin una nueva creación.

Es hora de pensar en grande, más allá incluso de los límites de nuestra pequeña imaginación.

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