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Inmigración, pobreza y hambre sin inmigrantes, ni pobres, ni hambrientos

En las últimas dos semanas asistí a tres eventos en Denver, uno sobre inmigración, otro sobre pobreza y el tercero sobre hambre. En la reunión sobre inmigración no habló ningún inmigrante. La presentación sobre pobreza la realizó un economista multimillonario y el punto central del encuentro sobre el hambre fue un abundante almuerzo.

Esos tres eventos, todos ellos realizados por profesionales con la mejor buena voluntad de ayudar al prójimo, son claros ejemplos de la gran desconexión que muchas veces existe entre quienes quieren colaborar para resolver un problema y quienes necesitan (o quizá no) esa colaboración.

Me pareció interesante que más de 50 dirigentes de Denver escuchasen varias presentaciones sobre inmigración, pero sin escuchar a ningún inmigrante. Y me resultó igualmente interesante que cerca de 200 académicos analizasen la pobreza en una sala de conferencias repleta de tecnología y comida.

¿Y qué se puede decir de hablar del hambre sirviendo un almuerzo, más bocadillos adicionales, más frutas, más yogurt, más café, más agua, más jugos?

Si creemos que los inmigrantes necesitan nuestra ayuda, ¿por qué primero no escucharlos? Una de las personas con quien conversé en esa reunión me dijo que él no conocía a ningún inmigrante y que no conocía a nadie que conociese a inmigrantes.  Y eso en un estado (Colorado) donde, según el censo, casi uno de cada diez residentes son extranjeros.

Y si creemos que los “pobres” necesitan nuestra ayuda y nuestro dinero, quizá tengamos que entender que una abultada cuenta bancaria y una notoria acumulación  de bienes materiales no siempre indican riqueza.

¿Quién es más pobre como ser humano, el que vive en soledad, dependiendo de la tecnología y sin pasado, o el que pertenece a una comunidad y vive arraigado en tradiciones centenarias e incluso milenarias?

¿Quién es más pobre, el que necesita abrir nuevos mercados para seguir siendo rico o el que ve a la naturaleza sin por eso transformarla en “recursos naturales”?

En el caso de la reunión sobre el hambre, el principal obstáculo es que mucha gente simplemente no cree que en Estados Unidos en el siglo XXI todavía exista el hambre como problema. Y si no lo creen, tampoco van a creer que sigue creciendo el número de desamparados y de niños de la calle (por lo menos en Colorado).

Obviamente, resulta difícil concentrarse en el hambre cuando, como parte del encuentro sobre ese tema, uno está en la fila del buffet esperando que le toque el turno para servirse un plato lleno de comida. Pero resultaría mucho más difícil concentrar en lo que sea con el estómago vacío o sin saber de dónde provendrá la siguiente comida o cuándo llegará.

La situación me parece similar a lo que ocurre en Las Vegas, donde uno puede pretender que paseó por Italia o por Egipto, pero sin hablar ni italiano ni egipcio y sin tener que abandonar la zona de comodidad cultural y social.

Esa visión aséptica de la realidad es una visión distorsionada que entretiene mucho, pero ayuda poco.

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