Menu
header photo

Project Vision 21

Transforming lives, renewing minds, cocreating the future

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.

La mayor y más peligrosa adicción es la adicción a nuestras propias ideas

Recientemente leí la historia de una mujer que, por negocios, debió viajar a Nueva York por tres días y, por eso, usó los servicios de una conocida empresa de alquiler de viviendas a corto plazo. Pero cuando llegó al apartamento que había alquilado, se encontró que no era nada parecido a lo que se veía en las fotografías de ese lugar.

Para su gran asombro, el apartamento en cuestión estaba junto a un restaurante y una de las ventanas del apartamento era a la vez una ventana del restaurante, por lo que la mujer debió cubrir esa ventana para que los comensales no la viesen. Y mientras ella trataba de dormir, a pocos centímetros al otro lado de la pared se escuchaba a la gente comiendo.

La mujer tomó numerosas imágenes de su desagradable situación y las publicó en tiempo real en las redes sociales. Luego, tras dejar el apartamento, presentó la queja correspondiente ante la empresa de alquiler de viviendas, pidiendo que se le devolviese el dinero que ella había pagado por esas tres noches. 

Sólo en ese momento la mujer se enteró que, por error, ella había ido al apartamento equivocado. El apartamento que ella había alquilado estaba a sólo una puerta después del lugar donde entró la mujer. Al verla llegar cansada, ya tarde en el día y pidiendo un lugar donde estar por pocos días, los dueños del restaurante decidieron darle un lugar para dormir.

Lo extraño del caso es que a pesar de que el apartamento junto al restaurante era indudablemente distinto al que ella había alquilado, la mujer nunca pensó que ella se había equivocado y que ella había ido al lugar incorrecto. Aún más, enojada como estaba con el lugar, ignoró los mensajes que el enviaron los dueños del apartamento que ella realmente había reservado.

Dicho de otro modo, la mujer estaba tan segura de la autenticidad de sus propias acciones que nunca la puso en duda, prefiriendo culpar a los otros de su situación, a pesar de contar con numerosos indicios y hasta pruebas innegables de que ella estaba en el lugar equivocado.

Dicho aún de otro modo, la mujer se había vuelto adicta a sus propias ideas, tan adicta que esa adicción le impidió ver la realidad. Y aunque en este caso y felizmente para la viajera todo terminó bien, en muchos otros casos la adicción a las propias ideas (la más grave de todas las adicciones porque es la que menos se ve) lleva a catastróficas circunstancias.

Por ejemplo, hace unos meses un hombre salió a caminar solo por las Montañas Rocosas de Colorado y se perdió. Los equipos de rescate lo encontraron 24 horas después, sano y salvo. Lo habían estado llamando por teléfono durante todo ese tiempo, pero el hombre no respondió a los llamados porque, dijo, él no responde a números que no conoce. Si lo hubiese hecho, el rescate hubiese llevado menos de una hora. 

Por eso, la adicción a las ideas propias es muy peligrosa. 

Go Back