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Nuestro refrigerador está lleno de comida, pero igual pedimos pizza

Nuestro refrigerador está lleno de comida, pero igual pedimos pizza

 

Francisco Miraval

 

Este comentario está adaptado de una columna escrita por Jonathan Miraval:

Esta columna es sobre control. A la gente en general le gusta tener control sobre sus hijos, sobre la música que escuchan y sobre lo que sea. A la gente le gusta controlar. Si ellos no están en control, alguien más debe estarlo. Siempre debe haber alguien en control. Ese es el punto de partida de todas las teorías de conspiración.

¿Cómo se explica que un solo disparo de un solo hombre desde el sexto piso del Depósito de Libros Escolares terminó con la vida del Presidente de Estados Unidos? ¿Y cómo es posible que 19 personas llegaron a Estados Unidos y planearon el peor ataque terrorista en la historia?

Vivimos en un país que cambió mucho desde el 11 de septiembre de 2001, pero que todavía está mucho mejor que otros países. Vivimos en un lugar donde no hay que tener miedo de ser asaltado al salir con el contenedor de residuos. Y aquí los residuos se recogen ordenadamente cada semana.

Vivimos en un lugar en el que tenemos el refrigerador lleno de comida, pero no encontramos nada para comer. Por eso, tomamos nuestro teléfono inteligente de 500 dólares y pedimos una pizza de 20 dólares, con sodas y alitas. El muchacho nos trae la pizza y le damos unos pocos dólares de propina, pero sólo por cortesía.

Uno se sienta y comienza a recorrer cientos de canales en la televisión (un servicio por el que uno paga), pero no hay nada para ver. Entonces uno enciende la costosa consola de videojuegos, va a Twitch y ve a otros jugando el mismo juego que uno tiene, pero con el que nunca juega. Uno se come tanta pizza que podría haber alimentado a una familia completa, pero deja el borde, porque a uno no le gusta. La televisión ni se mira porque uno está en Facebook hablando de los problemas del primer mundo.

Y luego, cuando sucede algo insólito, uno no sabe lo que pasa. No lo entendemos. Pero debe haber una respuesta. Tiene que existir una repuesta. Específicamente, la respuesta que queremos y que podamos aceptar. No es posible que un hombre asesine al presidente. ¡Es demasiado simple! No es posible que 19 terroristas lleguen al país legalmente y planeen durante años el atentado. ¡Eso nos hace vulnerables! La reina de Inglaterra en realidad no tiene ningún poder. ¡Ella debe ser un reptil!

Aceptamos esas “verdades” porque nos da miedo conocer la verdad real. Nos cuesta aceptar que en un mundo de miles de canales sigamos siendo tan vulnerables. No podemos aceptarlo. Por eso, nos dedicamos a mirar la falsa realidad de los programas de televisión y de los superhéroes de las películas y a comprar tacos los martes, como si eso fuese importante.

Porque para muchos pretender tener algo de control es mejor que admitir que no tienen nada.

(Jonathan es un escritor creativo que actualmente está completando estudios en filosofía y quiere viajar por el mundo.)

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