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Un mundo de niños-adultos y de adultos-niños

La semana pasada el periódico The Sun, de Londres, publicó en su portada la historia de un niño de 13 años quien, junto con su compañera de 15 años, acaban de ser padres y orgullosamente posaban frente a las cámaras con su recién nacido.

Una periodista le preguntó al niño-padre si él y su compañera ya habían hecho “planes financieramente” para cuidar al bebé, y el joven padre respondió diciendo que él no sabía el significado de “financieramente”.

Resulta obvio que el niño-padre desconoce no solamente ciertas palabras sino también muchas otras cosas, como el hecho que el nacimiento de un hijo implica ciertas responsabilidades y conlleva ciertos temores que no disminuyen ni se disipan jamás.

El niño-padre probablemente también desconoce que en la misma portada que lo tiene a él como el personaje central aparecen otras dos historias. La primera habla de una conocida actriz inglesa (joven y atractiva) que ahora, después de tener su hijo, se ha decidido a casarse con el padre de la criatura, un conocidísimo actor inglés.

La otra noticia es, desde mi punto de vista, aún más preocupante, ya que se trata del lanzamiento al mercado de un videojuego que abiertamente promueve la violencia en contra de las mujeres. Los detalles de este videojuego son tan aberrantes que el mismo The Sun, conocido por la liberalidad de su material e historia, se negó a publicarlos.

En otras palabras, el niño-padre inglés probablemente desconozca el contexto en el que él mismo se convirtió en padre y las razones sociales y culturales que lo llevaron a esa situación.

Cuando la inmoralidad se convierte en noticia de primera plana y se la presenta como algo aceptable, esa misma inmoralidad afecta no solamente a quienes la cometen sino a toda la sociedad, incluyendo también a los menores de edad y a los recién nacidos.

Debe resultar obvio que no estoy pidiendo que se retrase el reloj de la historia ni que se vuelva a época del pasado que ya no volverán (acusaciones que se repiten a menudo cuando uno habla de lo que habitualmente se denomina “valores tradicionales”.)

A la vez, debe resultar obvio que tampoco es aceptable vivir en un mundo tan obsesionado (y con razón, dicho sea de paso) en grandes problemas como la economía, la ecología y el terrorismo que por tratar de resolver y enfrentar esos problemas descuidamos a quienes van a ser el futuro de este mundo.

Y los estamos descuidando, dejándolos sin una brújula y sin un propósito para su vida en este mundo.

Si alguien cree que el ejemplo mencionado es algo que sucede únicamente en Inglaterra, no es así. En Estados Unidos hay más de 100.000 niños que quedaron solos luego de que sus padres fuesen deportados. E incluso en un estado tan conservador como Utah, preocupa el aumento en la cantidad de madres adolescentes. Los ejemplos sobran.

Ya es hora de dejar de ser adultos-niños para comenzar a ser adultos-adultos y asumir con seriedad la responsabilidad que nos corresponde.

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