Menu
header photo

Project Vision 21

Transforming lives, renewing minds, cocreating the future

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.

Y un día finalmente cambié el grifo de la cocina

Francisco Miraval

La semana pasada contraté a un plomero que cambió el grifo (llave, canilla) en mi cocina. Se trató de un cambio motivado por razones estéticas, ya que el grifo anterior no lucía bien, quizá por tener más de un década de uso. Pero funcionaba bien, o eso creía yo.

Tras el cambio, descubrí que el grifo viejo no dejaba salir el agua con la presión necesaria y que perdía agua (en tan poca cantidad que no se notaba). Con el correr de los años, la combinación de ambas circunstancias había creado tal nivel de corrosión y de humedad debajo de la pileta de la cocina que estuvimos muy cerca de enfrentar un problema mucho mayor.

En otras palabras, contrariamente a mi opinión, el antiguo grifo no funcionaba bien. Pero, al verlo y usarlo todos los días, y al no tener en realidad con qué compararlo, yo ya me había acostumbrado tanto a su mal funcionamiento que lo tomé como algo normal, aunque no lo era. Y esa anormalidad, aunque causante de problemas, nunca fue detectada.

Esa experiencia me llevó a preguntarme qué otros elementos en mi vida, mucho más importantes y profundos que el grifo de la cocina, también me generan problemas, aunque yo no los vea ni los detecte. Y me gustaría saber qué otras cosas que no son normales las acepto como algo normal simplemente porque ya me acostumbré a ellas.

Por ejemplo, creemos y asumimos que enviar los niños a la escuela es algo normal y natural, porque de esa manera reciben educación. ¿Pero realmente lo es? Después de todo, ninguna de las otras especies de animales (sin que la palabra tenga un sentido negativo) con las que compartimos el planeta envían a sus niños y jóvenes fuera de la familia para ser “educados”.

De hecho, hasta hace menos de dos siglos la mayor parte de la educación se realizaba en la familia o en un ambiente muy cercano a la familia (por ejemplo, con tutores o en las iglesias).

De la misma manera que yo me había acostumbrado a la ineficiencia de mi grifo sin notar sus problemas, quizá nos hemos acostumbrado tanto a un sistema educativo (o económico, o judicial, o inmigratorio) ineficiente que, por usarlo todos los días, lo aceptamos como normal, sin ver sus problemas.

O quizá se trate de algo más personal, como mis valores, creencias o ideas. Después de todo, siempre están cerca y los uso todos los días. Quizá por eso mismo no percibo sus deficiencias ni sus  problemas. Quizá, como la pequeña gotera no detectada en el grifo de mi cocina, mis ideas me están carcomiendo y oxidando sin que yo lo note.

Sea como fuere, creo que la misma motivación estética que me llevó a cambiar el grifo servirá, a otro nivel, como motivación para cambiar otras cosas. Se afirma que Einstein dijo que los científicos llegan a donde los poetas (creadores) ya llegaron antes. Dejemos entonces que el arte nos muestre la anormalidad de nuestra vida “normal”.

Go Back