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A veces la historia y la hipocresía se mezclan en lugares inesperados

La semana pasada asistí a una excelente presentación por Virginia Sánchez, historiadora de la Sociedad de Genealogía Hispana de Colorado, sobre Cuchara, una localidad ahora desaparecida del sur de Colorado que hace un siglo y medio era una próspera ciudad en la que convivían hispanos, nativos y personas de otras nacionalidad y etnicidades.

Un elemento que me llamó la atención durante la presentación fue el énfasis de Sánchez sobre la presencia de “criados” en las familias hispanas, es decir, personas no hispanas, principalmente niños nativos, que los hispanos adoptaban legalmente como miembros de sus familias.

Pero lo interesante del caso es que, según la historia, ya no se los puede llamar “criados” sino que, según los historiadores contemporáneos, aquellos niños adoptados deben ser  llamados “cautivos”, ya que se los forzó a cambiar su cultura y perder su identidad.

El razonamiento de los historiadores modernos con respecto al cambio de terminología de “criado” a “cautivo” es impecable y las conclusiones son inevitables.

Los “criados” o “cautivos”, mayormente niños huérfanos o abandonados, eran bautizados y recibían un nuevo nombre. Con el tiempo, ya no practicaban sus tradiciones.

Según los historiadores, los “cautivos” eran tales porque, aunque no eran en realidad esclavos, no tenían oportunidades de dejar a la familia porque, precisamente por ser “cautivos”, no tenían muchas oportunidades fuera de la familia.

En definitiva, los “criados” deben ser llamados “cautivos” porque se vieron forzados a abandonar sus familias, sus creencias, su religión, su idioma y sus costumbres y por no tener las mismas oportunidades que otros.

¿Pero qué pasó con aquellas familias hispanas del sur de Colorado que tenían criados? Según el desarrollo histórico presentado por Sánchez, la llegada de una empresa ferroviaria al área a partir de 1872 y el establecimiento de Colorado como estado en 1876 obligaron a numerosos hispanos de vender sus tierras y a cambiar de idioma.

Por ejemplo, las dos calles de Cuchara se llamaban “Bustos” y Valdez”. Pero poco después de la llegada del ferrocarril en agosto de 1874, esos nombres se cambiaron a “Main” y “Miller”.  Y los contratos y documentos que hasta ese momento se realizaban sólo en español, ahora debían realizarse sólo en inglés.

En otras palabras, si llamamos “cautivos” a los nativos adoptados por familias hispanas porque esos adoptados perdieron su identidad, su idioma y sus oportunidades, ¿qué palabra deberíamos usar para describir la situación de esas mismas familias hispanas que por la llegada de empresarios y funcionarios “anglos” también perdieron su identidad, idioma y oportunidades?

Alguien puede argumentar que lo que pasó hace 150 años en una oscura ciudad del sur de Colorado tiene poca relevancia en la actualidad. Pero no es así.

Los hispanos ya habían estado en el sur de Colorado durante 250 años cuando, después de la Guerra México-Americana, toda esa zona pasó a ser posesión de Estados Unidos. Pero sólo medio siglo después de la llegada de nueva tecnología (ferrocarril), lo único que quedaba de Cuchara y sus habitantes eran recuerdos.

¿Quiénes, entonces, son (¿somos?) los cautivos?

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