Project Vision 21

Francisco Miraval

Como sucede cada vez que se inicia el año, en numerosos medios surgen consejos sobre cómo establecer metas para el nuevo año y sobre cómo deben ser esas metas. Por eso, no me resultó extraño recibir un comunicado de prensa de una ciudad al norte de Denver detallando precisamente esos consejos.

Ese comunicado mencionaba que las metas para el nuevo año deben ser claras, medibles y alcanzables, y deben tener un tiempo máximo prefijado. Pero, según la misma fuente, para evitar desilusiones posteriores, las metas también deben ser sencillas y fáciles de lograr.

El ejemplo que se ofrece en ese comunicado no dejan lugar a dudas sobre cuán simples deben ser las metas. La ciudad en cuestión sugiere ahorrar un dólar por semana, ya que una cifra mayor podría significar una meta difícil de alcanzar.

Sé que parte de la motivación de las metas y propósitos que uno establece a principios de año es que esas metas sean realistas. Por ejemplo, no hay manera de que yo pueda bajar 30 kilos en poco tiempo, a menos que se trata de una bolsa de papas que debo llevar al sótano.

Pero nunca había pensado en establecer metas sencillas y fácilmente alcanzables como para lograrlas sin inconvenientes y sin dañar mi autoestima. Por eso, para el 2012, he decidido establecer las siguientes metas que, por mi experiencia de años anteriores, sé que podré lograr sin esforzarme demasiado:

Subir de peso.

Mirar más televisión.

Pasar menos tiempo con mi familia y amigos

Pasar más tiempo frente a la pantalla de la computadora.

Gastar más sin saber en qué.

Trabajar más horas, pero ganando menos.

No practicar medicina preventiva.
Descuidar mi vida espiritual.

Seguir soñando sin que esos sueños se concreten.

Contribuir financieramente poco y nada para obras de caridad.

Ser voluntario pocas veces, sólo por obligación y sólo si me ven.

Sinceramente creo que seré capaz de lograr todas esas metas y muchas similares y también ahorrar 50 dólares a fin del año (50 y no 52 por que pienso tomarme dos semanas de vacaciones.)

De hecho, creo que estas metas son las mismas que logré el año pasado y muchos de los años anteriores, y son las mismas metas en las que muchos de mis conocidos también se enfocan. Pero, como son metas sencillas que se logran sin esfuerzo, no van a lastimar mi ego si no las alcanzo, simplemente porque es imposible no alcanzarlas.

Me pregunto qué pasó con aquello de elegir una meta (para un año, para una década, para una vida) no porque sea algo fácil, sino precisamente porque es algo difícil, parafraseando el famoso discurso del Presidente Kennedy en Houston en 1962.

¿A qué nivel tan bajo de dedicación para con nuestra propia vida hemos llegado que hasta desde el mismo gobierno (en este caso, una municipalidad) se nos invita a no esforzarnos por mejorar nuestro futuro?

Para el 2012 y para cada día, establezcamos metas que nos desafíen a superar los límites que creíamos insuperables. ¡Feliz 2012!